lunes, 6 de octubre de 2008

¿En que nos hemos convertido?

"Hemos pasado de ser el profesional que preparaba medicamentos, que informaba a los pacientes/clientes sobre su tratamiento, el profesional al cual la gente acudía para resolver sus dudas relacionadas con medicamentos, un educador sanitario de gran prestigio social imprescindible en la sociedad; a un promotor indirecto de ventas, un coordinador administrativo, un jefe de un local comercial que tiene gente a su cargo, en donde la mayoría de la población ni siquiera sabe que existe y que mantiene su puesto solamente porque la legislación así lo estima conveniente por ahora." En un artículo interesante, se invita al debate constructivo frente a una particular mirada de nuestra realidad.


Por Sergio Bazáes Latrille- Licenciado en Farmacia U. Chile para www.lafarmaciachilena.cl

La salud de las personas ha sido desde siempre el gran desafío de los químicos farmacéuticos. El origen de la medicina en la edad antigua nace bajo el interés de un grupo de estudiosos por encontrar y preparar sustancias que al ser administradas a personas enfermas, permitieran recuperar la salud perdida y/o mejorar la calidad de vida. Dicho interés en el transcurso de la historia, va esculpiendo y dando forma a la profesión científica y sanitaria de Farmacéutico (Farmacia), conocida y ejercida mundialmente.

El farmacéutico siempre se ha caracterizado por ser un garante de la calidad, seguridad y eficacia de los medicamentos en todas sus etapas, desde que estos se elaboran hasta que se dispensan entre la población. Sin embargo, la naturaleza de su campo y oficio está sujeta a los escenarios sociales de cada ubicación espacial y temporal.

En esta discusión se hará un breve barrido por los matices que ha ido tomando el farmacéutico y su “entorno” en el transcurso del tiempo, ahondando específicamente en la metamorfosis ocurrida como consecuencia del último cambio económico, político y social que da un vuelco a los escenarios sociales de Chile.

En épocas remotas, los curanderos encontraban solución a las enfermedades haciendo uso de productos naturales de origen vegetal, animal y mineral, los cuales serían posteriormente preparados y elaborados para ser administrados a las personas que lo requerían. Posteriormente con la aparición del concepto de mercado, los fabricantes de preparados terapéuticos fueron adquiriendo reconocimiento público, lo cual les permite asentarse en distintos lugares establecidos o actuales llamadas “farmacias”.

Haciendo mención a lo que ha ocurrido en nuestro país, con la adopción del modelo político neoliberal hacia mediados de los años 70`, las farmacias han sufrido una serie de modificaciones. En cuanto a política, el gobierno deja las puertas abiertas a las empresas privadas para que compitan sin restricciones y de esta manera poder mantener y expandir sus productos y ganancias. Los precios de los medicamentos antes controlados de forma equitativa, van a depender de las estrategias de marketing de sus respectivas organizaciones, que a su vez adquieren la facultad de implantar tantas sucursales como les sea conveniente. Por otro lado y en coherencia con una de las prioridades básicas de toda empresa privada, el fin último de las farmacias de cadena es el lucro y en segundo plano el bienestar de sus clientes y trabajadores; por lo cual el farmacéutico pasa a ser, bajo la mirada social, no más que un empleado necesario para asegurar la permanencia y enriquecimiento de la empresa.

En Chile y particularmente en Santiago han desaparecido casi todas las farmacias independientes de propiedad de Químico Farmacéuticos o las farmacias que operaban bajo el sistema de sociedad encomandita. A su vez, se abolió la ley del circuito lo que dio pie para que las grandes cadenas de farmacia pasaran a controlar el mercado farmacéutico.

Todo lo anteriormente mencionado no deja de modelar también las propias expectativas del profesional farmacéutico en formación o periodo laboral. En primer lugar, el farmacéutico debe quitarse la insignia que lo identifica como un trabajador para la salud de la gente, para ponerse una nueva insignia: la del nombre de la empresa comercial a la cual pertenece. En segunda instancia, el profesional, sin identificación alguna con su labor, se sienta a la espera de un trabajo estable y monótono, que le permita un sueldo aceptable para vivir con sus necesidades básicas cubiertas, sumado a algunas comodidades.

Los ideales que antiguamente buscaban los químicos farmacéuticos al abrir un local de farmacia de su propiedad, distan enormemente de los fines que persiguen actualmente los dueños de las grandes cadenas farmacéuticas, quienes a costa de engrandecer su empresa, maximizan las utilidades a como de lugar, muchas veces llegando al límite y transgresión de lo que se establece en la legislación chilena.

Hoy en día ya no se realizan preparados oficinales ni magistrales en las farmacias, estos últimos están a cargo de laboratorios especializados y bien equipados pertenecientes a las mismas cadenas de farmacia.

En este contexto ¿Dónde queda el espacio para la vocación del farmacéutico y el interés por trascender los límites del conocimiento y ejecución que la empresa pone como requisito? ¿Qué sentido tendría el estudiar más y actualizarse continuamente, si lo que la farmacia le pide es ser el gerente o jefe de un local bajo un concepto de “venta de salud”, tal y como podría ser el gerente de una tienda de ropa?

Resulta curioso hacer una comparación entre actuales farmacias rurales y remotas farmacias tradicionales. En ambas el farmacéutico es y era para la gente, el “doctorcito”, no “el que más sabe” de la farmacia. “Doctorcito”, esta sencilla palabra engloba una serie de connotaciones: cercanía, confianza y vocación por la salud de la gente. El farmacéutico en zonas urbanizadas, por el contrario, no es más que un pequeño engranaje invisible y fácilmente reemplazable, que forma parte de una gran maquinaria cuyo último fin es el lucro.

Teóricamente, la principal labor del químico farmacéutico es hoy en día la correcta dispensación de medicamentos a la población; vale decir, hacer una entrega informada de los medicamentos, resolver las dudas que los pacientes puedan tener en cuanto a su uso, consultas con respecto al tratamiento farmacológico que deben seguir e incluso sobre la misma enfermedad que padecen. Todo esto se resume en realizar correctas intervenciones, una buena atención farmacéutica.

Lamentablemente, lo antes mencionado no es lo que vemos hoy en día. Del otro lado del mesón de la farmacia nos podemos encontrar con un arquetipo de profesional frustrado, el cual ha ido olvidando todo lo que alguna vez aprendió sobre medicamentos, ya que en estos momentos cumple una función netamente administrativa. El químico farmacéutico es presionado por los supervisores de las grandes cadenas de farmacia para que el local incremente las ventas, se le exige venta de productos adicionales a los que el cliente/paciente lleva, se le hace hincapié para que este logre incrementar la venta de productos seleccionados por la empresa, en donde debe hacer lo imposible para promocionar la tarjeta de crédito propia de la cadena y fomentar el pago a través de esta modalidad. El mayor énfasis que recalca la empresa sobre el farmacéutico es que el local al cual fue asignado venda lo más que pueda, presión que se ejerce también sobre los vendedores quienes deben hacer lo posible, lo imposible y hasta lo impensable para cumplir con las altas metas que la empresa impone.

El farmacéutico tiene su tiempo destinado a hacer los inventarios, realizar arqueos del dinero con el que cuenta el local, hacer manejo de sencillos, cambiarles dinero a los vendedores cada vez que estos lo requieran, ingresar al sistema la mercadería que llega, devolver productos en mal estado, revisar cual va a ser la oferta de la semana, incentivar a los vendedores para que ofrezcan los productos que van a estar en promoción, llevar un análisis diario de lo que venden los locales de la competencia más cercanos, entre muchas otras.

A esto se suman los problemas inevitables que se tienen con el personal de la farmacia. Esto trae como consecuencia que la atención farmacéutica pase a segundo plano, que no alcance el tiempo para realizarla, que esta pase a ser poco abordada, que se realice bajo condiciones paupérrimas. La mayoría de las dudas y problemáticas del cliente conformista, son abordadas por los vendedores. Es muy poca la gente que solicita conversar con el farmacéutico.
Y aunque de disposición por parte de este último se trate, la farmacia tiene asignada para el farmacéutico una labor mucho más lejana a la gente y cercana al buen funcionamiento del local.

Como si esto no fuese ya suficiente, las farmacias en general no cuentan con un espacio apropiado para realizar una atención como es debido, no existe la privacidad ni la tranquilidad necesaria para entablar un clima de confianza y de apertura en el cual el paciente logre resolver no a medias sino a totalidad sus dudas.



En la mayoría de los locales de farmacias de cadena la atención al paciente se realiza en el mismo mesón de ventas, se nota la prisa del farmacéutico, y esto no es, creo, por falta de vocación, sino más bien, porque en las farmacias privadas de cadena se realza la importancia hacia la administración, hacia la ganancia, hacia las ventas y no hacia la salud del paciente.

Las farmacias de cadena operan de una manera netamente comercial, en donde el establecimiento pasa a ser un punto de venta y no un centro de salud como idealmente debería ser. Los medicamentos pasan a ser sólo productos, bienes comprables.

Lamentablemente el Químico Farmacéutico se encuentra entre la espada y la pared, ya que por un lado los supervisores de la cadena de farmacia exigen que el local obtenga la mayor cantidad de ventas posibles, exigen una meta para alcanzar, en donde si esta se logra le dan bonos al farmacéutico subiéndole el sueldo.

A los auxiliares de farmacia, que son buenos promotores de venta, les dan bonificaciones si venden productos de laboratorios determinados, muchos de ellos, de dudosa calidad.

A mi parecer no les interesa que se resuelvan problemas de salud relacionados con medicamentos, que se practique una atención farmacéutica de calidad, sólo les importa que la farmacia gane la mayor cantidad de dinero posible. Por otro lado están los principios del químico farmacéutico, en donde se le enseña en la universidad que la atención al paciente es lo más importante, en donde la salud de este debe ser la principal preocupación.

Entonces, puede resultar bastante deprimente y frustrante egresar con un título muy difícil de obtener y llegar a una farmacia en donde las cosas son muy distintas al enfoque que hace la universidad.

En resumen, hemos pasado de ser el profesional que preparaba medicamentos, que informaba a los pacientes/clientes sobre su tratamiento, el profesional al cual la gente acudía para resolver sus dudas relacionadas con medicamentos, un educador sanitario de gran prestigio social imprescindible en la sociedad; a un promotor indirecto de ventas, un coordinador administrativo, un jefe de un local comercial que tiene gente a su cargo, en donde la mayoría de la población ni siquiera sabe que existe y que mantiene su puesto solamente porque la legislación así lo estima conveniente por ahora.





2 comentarios:

Anónimo dijo...

lamentablemente asi es...el dinero mata todo lo que toca, pero tambien es culpa de nosotros mismo por agachar el moño siendo que antes que esto empezara se podia pelear, hoy es dificil muchos colegas no pelearan ya que estan ganando su billete, tienen su familia y ya estan acomodados, otros agacharon el moño y se dejan manipular por que "no queda otra", si se mejoraran ciertos aspectos de nuestra profesion, como para que ir a clinica si vamos a terminar en la farmacia de la clinica u hospital despachando medicamento solamente por que no incluir ademas un sector de atencion farmaceutica toxicologica? se podrian quizas evitar muchas consultas por mal uso o mala administracion por parte del paciente, por ejemplo y otras areas quien sabe somo un profesional altamente calificado apra realizar muchas tareas somos una profesion "canapé" si estamos en un laboratorio y hay que hacer un ajuste el técnico se demora quien termina metiendo mano nosotros. y asi varios ejemplo, yo creo qeu es tiempo de levantar la voz y empezar a mostrarnos como profesionales parte la salud "se ha tomado el medicamento?" "le ha hecho bien?", "le comento al medico el efecto que le provoco, desea que le informe por ud.?2, en fin...es hora de pararnos y decir: somos profesionales conocemos el medicamento mejor que cualquiera, o somos comerciantes, no somos vendedores, no somos un numero mas somo LOS PROFESIONALES QUIMICOS FARMACEUTICOS

Anónimo dijo...

Absolutamente de acuerdo, pero de todo esto lo que da más pena es que nadie quiere tomar las riendas y levantar el gremio, nadie quiere destronar al ladrón de Elmer que está más que coludido con las cadenas, nadie quiere denunciar, y el que lo hace es mal visto y es juzgado como traidor ¿no será que a la mayoria de los colegas les gusta ser unos administradores sometidos?, algún día les exigirán vender veneno, y tendrán que hacerlo por que es el "adicional".

Un abrazo, y despertemos colegas!!!