Medicamentos en góndolas: El débil discurso que busca prevenir la automedicación.

Frente a los últimos anuncios emanados de forma conjunta por parte del Ministerio de Economía y Salud, sobre la inminente autorización para la apertura de nuevos canales de distribución de medicamentos, es necesario aclarar ciertos conceptos sobre automedicación que hacen débil la postura de los gremios de la salud, en específico, el gremio farmacéutico frente a este tema.

Cuando gremios profesionales tienen la pretensión de ser partícipes de la discusión sobre políticas públicas, los fundamentos deben ser sólidos y potentes. Si bien pueden ser comunicados bajo impactantes eslóganes, se corre un riesgo muy grande cuando los fundamentos se quedan en antiguas consignas reflotadas o en apasionadas remembranzas profesionales que a una población en permanente cambio y evolución poco parecen importar.

SOBRE LA AUTOMEDICACIÓN

Uno de los argumentos comúnmente esgrimidos por quienes se oponen a la apertura de nuevos canales de distribución de medicamentos es que está medida fomentará la "automedicación" y provocará numerosas intoxicaciones por el abuso de medicamentos por parte de la población.

En primer lugar hay que aclarar que la automedicación no debe ser satanizada, al contrario, la automedicación responsable es un derecho de todo ciudadano e incluso forma parte importante de las políticas de autocuidado promulgadas por la Organzación de la Salud (OMS). De hecho la OMS la reconoce como el ejercicio de una persona que trata sus enfermedades o síntomas, reconocibles por el mísmo, con medicamentos que han sido aprobados y que están disponibles para la venta sin prescripción y que, por otra parte son seguros y eficaces cuando se usan en las condiciones establecidas.

Sería insostenible para nuestro modelo sanitario el que frente a cada afección se debiese concurrir a un médico a buscar una receta, sobre todo si consideramos el acceso a los sistemas de salud que hoy gozamos los chilenos a través del sistema privado y público.

Por tanto la automedicación responsable es positiva, siempre y cuando se enmarque dentro de los cánones antes mencionados.

Pero hay otro concepto que debe preocuparnos y que es el de la autoprescripción y que se refiere a cuando una persona tiene la intención de usar medicamentos que requieren receta médica para su uso.

Esta denominada autoprescripción es tolerada abiertamente dentro de nuestro modelo de farmacia por muchos quienes hoy razgan vestiduras frente a los riesgos de la "automedicación", constituyendo un actitud poco reflexiva sobre lo que sucede hoy en nuestro modelo sanitario de acceso a los medicamentos. Es así como hoy en día vemos que en numerosas farmacias existe un consenso tácito de que se exige sólo la receta médica para aquellos medicamentos cuya condición de venta es la receta médica retenida o cheque y para la gran mayoria de los medicamentos bajo condición de venta bajo receta médica la condición en la práctica es de libre venta o venta directa.

Al comprender los alcances de esta reflexión nos damos cuenta de que nuestro principal eslogan pierde validez, porque hemos tolerado la autoprescripción por años como un elemento natural a nuestro modelo farmacéutico que a mi juicio reviste consecuencias mucho más graves que las que se le pretende asociar a la automedicación.

De hecho si analizamos la cifras del IMS Health, veremos que finalmente los medicamentos que requieren prescripción son en volumen (unidades) y valor, los que generan una mayor ganancia a los laboratorios farmacéuticos con sus respectivos canales de distribución.



CAMBIANDO DE PARADIGMAS Y DISCURSO.

La automedicación debe ser dirigida a que esta se ejerza como derecho ciudadano de forma responsable e informada, en esta dimensión, nuestro gremio profesional puede jugar un rol fundamental que lo puede acercar a la ciudadanía de forma mucho más positiva. Finalmente puede constituir un rol social de insospechadas dimensiones.

Por otro lado, en téminos comunicacionales, para la población es confuso ver a un gremio horrorizado frente a la "automedicación irresponsable" porque esta ya existe y existe de forma brutal a través de promociones, catálogos y ofertones que muchas veces son tolerados, ideados y liderados por estos mismos profesionales dentro de las oficinas de farmacia a lo largo de nuestro país. Para que hablar de la autoprescripción.

Para un ciudadano común entonces, esto parece inevitablemente confuso y puede ser asociada a una defensa laboral y corporativa hacia las grandes cadenas de farmacia que poco han aprendido del episodio de la colusión, volviéndo poco a poco a sus diversas prácticas, transformadas, maquilladas, pero esencialmente iguales.

Entonces, la medida gubernamental que tiene como objetivo primordial abrir nuevos canales de venta para el ingreso de nuevos actores que han desarrollado un intenso lobby, aparece como una medida casi de justicia social y popular.


HACIA DONDE ENTONCES DIRIGIR EL DISCURSO.

Sin duda que no es fácil establecer una estrategia en este campo, pero nuestras acciones y discurso se deben orientar a estudiar de que forma hacernos partícipes y garantes sanitarios en el proceso de promoción de la automedicación responsable y por otro lado, el ser capaces de discutir abiertamente sobre el problema mayor de la autoprescripción, su tolerancia y el modelo de farmacia actual que fomenta indiscriminadamente el consumo de medicamentos.

Por otra parte el desafío para los empresarios de las cadenas será el reinventarse, generándo nuevas estretegias para mostrarse (y ojalá ser) socialmente responsables, redirigiendo sus estrategias comerciales hacia la parafarmacia, la dermocosmética y por que nó el desarrollo de la tan anhelada Atención Farmacéutica (la de verdad).

Todo lo anterior como formas de agregar valor a la actual y simple transacción de medicamentos basada en las prescripciones médicas como tal, las promociones, catálogos y la exigencia de ventas cuasi forzosas a sus dependientes.